Los Quintos

Los Quintos

Una fiesta de juventud, tradición y camaradería

En Fuenterroble de Salvatierra, la llegada de marzo siempre ha tenido un sabor especial: el de la Fiesta de los Quintos, una celebración que mezcla historia, juventud y un espíritu festivo inconfundible.

Aunque los tiempos han cambiado y el servicio militar ya es solo un recuerdo, la tradición de los quintos sigue viva, manteniendo intacta la ilusión y la alegría de antaño.

De la “mili” a la tradición

Ser “quinto” era, en su origen, un rito de paso a la vida adulta. Los jóvenes que alcanzaban la edad del servicio militar se despedían del pueblo con una gran fiesta, en la que no faltaban las bromas, la música y el vino. Ser llamado a filas no solo era motivo de orgullo, sino también una excusa perfecta para celebrar la amistad y la juventud.

En Fuenterroble, cada año había dos grupos:

  • Los que entraban en quintas, los nuevos mozos que comenzaban su año de privilegios y travesuras.
  • Los que salían de quintas, que se preparaban para marchar al ejército y despedirse a lo grande.
La gran lumbre y la fiesta del pueblo

El sábado comenzaba con los quintos salientes recorriendo el pueblo en carros de bueyes, recogiendo leña y viandas que los vecinos les ofrecían con alegría: chorizos, huevos, vino… todo servía para la gran hoguera de los quintos, que se encendía al anochecer en la plaza.

El fuego iluminaba las caras de jóvenes y mayores, y el ambiente se llenaba de cantos, risas y alguna que otra broma.

Mientras tanto, los que entraban en quintas —conocidos como los de la pandereta— recorrían las calles con almireces, panderos y escarapelas, animando la fiesta con su música y buen humor. Al día siguiente, tras el “tallado” en el ayuntamiento, continuaban la celebración con comidas, bailes y brindis interminables.

Humor, picardía y orgullo

Durante años, los quintos fueron los guardianes del buen humor y el orden festivo del pueblo. Tenían licencia para gastar bromas, reclamar “rondas” a los novios forasteros e incluso, si alguien no se estiraba, ¡tirarlo al pilón del caño!

También se decía que ningún quinto verdadero se libraba de dejar su huella: el famoso “¡Viva los quintos del año…”, que aún puede leerse en paredes o rincones del pueblo.

Una tradición que no se apaga

Hoy, aunque la “mili” es cosa del pasado, la fiesta de los quintos sigue siendo una cita obligada para los jóvenes de Fuenterroble. Las hogueras, los cánticos y las comidas compartidas mantienen viva la esencia de lo que un día fue el paso de niño a hombre.

Cada año, el pueblo vuelve a reunirse en torno a la lumbre, recordando con cariño y orgullo una costumbre que ha sobrevivido al tiempo.

Porque ser quinto, en Fuenterroble, no es solo una edad: es un sentimiento, una historia y una forma de celebrar la vida.

*From Tourist

Ayuntamiento de Fuenterroble de Salvatierra

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"Toda fiesta es una locura de muchos para la satisfacción de pocos"