El Hornazo

El Hornazo

Elaborados con aceite puro de oliva y huevos; en su interior chorizo ibérico, luego se cuece, dando un exquisito sabor.

Un sabor con historia… y mucha tradición

Crujiente por fuera, tierno por dentro, dorado y aromático… así es el Hornazo, uno de los mayores orgullos gastronómicos de Fuenterroble de Salvatierra y de toda la provincia de Salamanca.
Elaborado con aceite de oliva, huevos y masa artesanal, su interior guarda un tesoro irresistible: jugoso chorizo ibérico, lomo adobado y a veces huevo cocido, que se funden en el horno para crear un sabor inconfundible, mezcla de fiesta y tradición.

Una historia que huele a encina y pan caliente

Cuentan las leyendas populares que el hornazo nació de la imaginación de un pastor.

Un día de primavera, mientras cuidaba su rebaño bajo el sol de la dehesa, aquel hombre hambriento decidió rellenar su pan con lo mejor que tenía: lomo, chorizo y tocino. El calor del día obró el milagro y coció aquel invento improvisado, que resultó ser un manjar.

Más tarde, su esposa, la pastora, llevó la idea al horno de leña… y así, dicen, nació el primer hornazo.

Con el paso del tiempo, esta receta se perfeccionó en los hogares salmantinos, con masas más suaves, brillos de manteca y rellenos generosos. Cada familia añadía su toque personal, y la receta fue viajando de pueblo en pueblo, hasta convertirse en símbolo de nuestras tierras charras.

Del campo a la fiesta

El hornazo se hizo famoso en toda Salamanca gracias a una de las celebraciones más pintorescas de la historia: el Lunes de Aguas.

En el siglo XVI, los estudiantes y vecinos de Salamanca salían hasta la otra orilla del Tormes para celebrar el fin de la Cuaresma con comida, vino y canciones. Aquel día, el hornazo era el gran protagonista, el manjar que todos esperaban tras semanas de abstinencia.

Desde entonces, esta empanada contundente y sabrosa se convirtió en símbolo de alegría, libertad y buena mesa.

Un bocado que sabe a tradición

Hoy el hornazo se disfruta todo el año, en fiestas, meriendas campestres o comidas familiares. Cada bocado cuenta una historia que huele a pan recién hecho, a encina y a campo charro.
En Fuenterroble, su receta sigue pasando de generación en generación, guardando el secreto de esa masa perfecta y el relleno justo para conquistar a cualquiera.

Porque más que una comida, el hornazo es una forma de celebrar la vida.

Prueba un trozo… de historia.

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*From Tourist

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